Como todos las viernes vamos a la perrera y el último día cojimos a un pastor velga.
Primero sacamos a una perrita muy cariñosa.A mí me hacía mucho caso, se
sentaba y se tumbaba. Pero a Marta Rosete no le hacía ningún caso. Marta hacía que corría para que el
perro fuera con ella, y no le hacía caso. Marta Rosete le daba salchichas y el perro le
mordía el dedo y a mí no.
Cuando se tumbó nos dimos cuenta que tenía una cicatric de una operación.Le habían castrao para que no tuviese hijos.